
Los médicos especialistas en medicina deportiva y fisioterapeutas utilizan comúnmente la crioterapia (por ejemplo, la aplicación de hielo) tras una lesión para disminuir la temperatura del tejido con el objetivo de reducir el dolor, limitar el daño secundario y la inflamación, y favorecer la curación. Sin embargo, aparte del efecto analgésico, una búsqueda en la literatura no encontró evidencia en estudios humanos que respalde que la crioterapia limite el daño secundario o tenga efectos positivos en la regeneración tisular. Así, la comprensión actual de los mecanismos y aplicaciones potenciales de la crioterapia se basa mayoritariamente en estudios en animales.
Es importante tener en cuenta que el tratamiento no debería eliminar los procesos inflamatorios y de regeneración, sino restablecer una regulación normal/adaptada de estos procesos para mejorar la función y la recuperación. No obstante, algunos estudios en animales sugieren que la crioterapia puede retrasar o afectar negativamente la regeneración tisular. Dado que la traducción de resultados en animales a la medicina deportiva humana está limitada por las diferencias en las características musculares y de las lesiones, el efecto de la crioterapia en pacientes con lesiones musculoesqueléticas sigue siendo incierto.
Por tanto, mientras se esperan los resultados de estudios en humanos, se puede recomendar la crioterapia en las primeras 6 horas tras una lesión para reducir el dolor (y posiblemente el hematoma), pero debe utilizarse con precaución más allá de las 12 horas, ya que los estudios en animales sugieren que podría interferir con la curación y regeneración tisular.